domingo, 22 de abril de 2012

Introducción divagante del concepto de existencia.


La memoria. Para mí es un concepto que dependiendo del aspecto que intentes definir adquiere unas connotaciones totalmente diferentes y que al tratar de integrarlas en un todo te dan una visión dinámica e integradora del ser humano, su existencia y la humanidad. En mi opinión existen dos tipos de memoria.  La memoria que creamos nosotros mismos con nuestras experiencias, individual y de cada uno, la del aquí y ahora. Y la memoria generacional que heredamos de nuestra sociedad. Es un tema que tratare de explicar más adelante pero por ahora invito a quien lea esto a contemplar la posibilidad de lo que somos como individuos y lo que nos viene dado por pertenecer a una especie a lo largo del tiempo y el saber que se ha transmitido desde tiempos muy lejanos, la información que llega a día de hoy a nosotros gracias a nuestra capacidad de razonar, de comunicárnosla de unos a otros hasta el día de hoy. No es difícil entender que cuando queremos expresar que no sabemos información sobre  la duración de algo, se diga ‘’desde tiempos inmemorables’’. Pues no existe información en esta memoria intergeneracional  (natural y común a nosotros simplemente por el hecho de pertenecer a la misma especie capaz de comunicarse información) que haya llegado a nosotros.
Y ahora comienzo a platearos la siguiente pregunta: ¿Qué somos? ¿Quien y que soy yo? Somos un conjunto de átomos que interaccionan entre si de una manera determinada. Esto es indiscutible.
En esta interacción se produce de alguna manera el pensamiento. Somos capaces de percibir el resto de átomos que nos rodea. Capaces de predecir que harán, cómo será la interacción entre ellos y activar, generar nuestras propias interacciones de una y otra manera. Este patrón de conducta es la que definimos como personalidad y es lo que nos dota de identidad frente a los otros individuos. Frente a las otras agrupaciones de átomos con una forma similar a la nuestra pero que interaccionan con otro patrón diferente.
Si somos nuestra personalidad, somos lo que pensamos, lo que percibimos. Pero no se trata solo de que percibimos en un momento determinado. No son percepciones inconexas. Es lo que percibimos, almacenamos y decidimos utilizar o no. Es aprendizaje. Las experiencias nos dan una serie de información que nos hace capaces de predecir qué ocurrirá en situaciones parecidas. Una composición concreta de átomos se comporta de una manera. Lo cual hace que almacenemos esa experiencia en nuestra mente y hace que cuando se dé una situación similar podamos predecir que pasará. Eso es aprendizaje, conocer, discernir reglas de experiencias y usarlas para presuponer lo que pasara y orientar nuestra conducta de una y otra manera. Por tanto es fácil discernir que   si la personalidad son conductas y las conductas las aprendemos por experiencias, somos estas experiencias.
Pero somos algo más. Somos un grupo de átomos con una composición. La misma experiencia es diferente en cada persona según sea la composición inicial de estos átomos. Por si fuera poco los átomos entran y salen de nuestro ‘’cuerpo’’ de una manera pasmosa. Si ni siquiera somos el mismo grupo de átomos, ¿Qué somos? somos ni más ni menos que las rutas que van trazando nuestras neuronas. Esto no es tan simple. Los impulsos eléctricos pasan a través de neuronas como un coche que viaja por un mapa de carreteras. Va marcando una nueva ruta  que podremos seguir aunque cambie el coche porque se averió. Aunque cambien nuestras neuronas.
Cada experiencia grosso modo es una serie de neuronas que disparan a la vez. Esto es un camino. Si las unimos vemos una nueva ruta en nuestro mapa de carreteras. Se creía erróneamente que el peso primordial de lo que somos caía en las neuronas, pero en realidad recae en las conexiones que creamos entre ellas.
Cuando nacemos hay unas rutas predeterminadas que son nuestros instintos, pero según vamos experimentando con el mundo vamos arando en el esa tierra yerma e inhóspita. Una tierra nunca antes transitada  y vamos dejando un rastro en el territorio. Según como nacemos hay unas zonas más transitables que otras que la herencia genética ha dictado. No sabemos muy bien como. Este grupo de células que forman nuestro cuerpo tiene una organización muy compleja. No dejan de ser átomos organizados de una determinada manera. Pero esa organización es la que dicta la primera célula que divide dando más células, lo lleva en su ADN. El ADN, un montón de átomos en un orden determinado. Puesto que cada persona tiene un ADN diferente, tienen un orden parecido pero no igual. Es lógico que la organización varié y que el mapa de carreteras de cada uno venga con esas primeras carreteras diferentes en cada uno. Esas primeras carreteras o conexiones neuronales que generan nuestras conductas podrían entenderse como los instintos y el temperamento. Unas primeras pautas de actuación primitivas, básicas y toscas de nuestro grupo de átomos para continuar así de organizados (generando vida en forma de un cuerpo humano) y no perder este orden y morir.
A este temperamento vamos sumando experiencias que terminan por definir nuestra personalidad. Por ello cada uno tendrá un mapa de carreteras diferentes y este determina quienes somos. Según tengamos una experiencia, se produce el aprendizaje de una nueva ruta. Cuando la aprendemos, podemos repetirla, si la repetimos allanamos el camino y cada vez es más fácil transitarlo. Es una metáfora muy bonita para explicar un proceso tan complicado como es la potenciación a largo plazo (PLP) en la que se basa el aprendizaje según Hebb.
Se trata de que cada suceso es percibido por un grupo de neuronas. Una experiencia es por ejemplo el acontecimiento de dos hechos y con una relación entre ellos. Por ejemplo, una causa-efecto. Las neuronas para cada uno disparan a la vez y se producen señales eléctricas y que trazan una ruta neuronal. Hemos aprendido una relación entre dos sucesos, hemos aprendido en términos de que dos grupos de neuronas disparan a la vez y entendemos que por ello existe una relación entre esos hechos causantes del disparo de cada una. Eso es aprender ¿pero ya está?
No, sino aprenderíamos todo y asumiríamos que porque una cosa se dé una vez se dará siempre. Y existen las simples casualidades. Aprenderlas todas será muy poco práctico. Es como si creáramos rutas que no llevan a ninguna parte y no debemos volver por ellas. Por ello el aprendizaje es algo más, nuestro cerebro se ha vuelto lo que denominaríamos inteligente.
‘’las células que se disparan juntas, permanecerán conectadas" Teoría de Hebb
Cuanto más transitamos una ruta más fácil se vuelve viajar por ella. Acabamos cogiéndola de manera automática, se convierte en una costumbre. Pues al ser el camino más transitado y trabajado, más fácil es ir por él. Por no hablar de que conocemos a donde nos lleva, no hay razón para andar a lo loco por terreno desconocido.
En ese caso acontecería algo similar a lo que pasa por ejemplo con la epilepsia. Un grupo de neuronas se activan sin causa aparente y empiezan a disparar sin ton ni son, sin sentido. Y nos llevan a conductas extrañas, sin un fin, en esta metáfora sería como dar vuelta a lo loco por un terreno perdidos sin una ruta.
Cuanto más disparan a la vez, más fácil se vuelve para ellas hasta el punto de que bastaría con que solo uno de los sucesos se dé y una de ellas dispare para que la otra neurona también dispare. A pesar de que no se dé el segundo suceso. Pues como su amiga dispara, por costumbre, sabe que a ella le toca y esto, señoras y señores, es hace una predicción de que ocurre ante un suceso. Predecimos que otro suceso acontecerá por la experiencia que tuvimos anteriormente ante el mismo suceso, y esto es ni más ni menos: aprendizaje. Generalizar a situaciones nuevas leyes extraídas de antiguas situaciones similares, activar los mismos circuitos neuronales para una nueva situación.
De igual modo, si descuidamos estas rutas y dejamos de transitarlas, se llenaran de matojos, perderán la costumbre y acabaremos olvidando. Por ello una manera de mantener ágil nuestra memoria y conocimientos es refrescar nuestras conexiones. Cuando repasamos algo que creemos que ya sabemos, no cae en saco roto. A largo plazo hará que ese conocimiento perdure en el tiempo un poco más. Lamentablemente no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde, y con los recuerdos, sean personales o de conocimientos, los echamos en falta cuando ya no están y poco podemos hacer por recuperarlos. Así que os animo a que transitéis las antiguas rutas de vez en cuando, como quien hace una visita al lugar donde paso su niñez.
Cada vez que creemos conocer la relación entre dos variables, aparee una nueva cuyo efecto en la relación de las anteriores desconocíamos que añade una nueva dimensión al entendimiento de las anteriores. No las niega sino que nos muestra otro aspecto a tener en cuenta de la realidad. Esto es lo que sucede actualmente con el cerebro, vamos descubriendo nuevas leyes de su funcionamiento. Pero todavía quedan un motón de incógnitas por resolver y variables que desconocemos a las que poner nombre. Aunque sin duda, es un viaje que merece la pena recorrer. ¡Cargaos de provisiones para no perderos nada por el camino y emprender la marcha!

martes, 2 de agosto de 2011

Trilogía de un amor

Permítanme que les presente en este capítulo, la trilogía de un amor. En concreto del amor romántico tal y como yo lo entiendo. Muchas son las teorías acerca del amor pero mayor  aun es la diversidad entre ellas. Seguramente usted tenga la suya propia que al igual que la mía se habrá ido modelando con el paso de los años debido a sus experiencias tanto las personales como las ajenas que observamos a diario. En primer lugar les recomiendo que hagan una separación si quieren tratar de abordar este concepto en su totalidad, entre el amor llamémoslo ilusorio, esas ideas preconcebidas que tenemos desde niños consistentes en momentos intensos cargados de sentimientos pero que no implican mucho mas allá de eso y centrémonos en el amor real , aquel que usted vea casi como algo tangible, no meras ideas abstractas de sentimientos exagerados y que no terminan con un ‘’y vivieron felices para siempre’’ sino que ahí es donde realmente comienza la historia. Una cosa es un sentimiento que no siempre es tan intenso que dura a veces para toda la vida, y otro aquel que parece existir en las películas y que no deja de durar un instante, que si bien no es que no sea amor es solo una pequeña parte, el recuerdo que acabaremos teniendo cuando echemos la vista atrás recordando cómo nos enamoramos. Pero el amor es mucho más que el momento álgido en el que los amantes se declaran, se miran o se entregan. El amor también lo componen las preocupaciones por el bienestar de otra persona, los lloros y llantos cuando perdemos a alguien, compartir alegrías propias con la otra persona y viceversa. El amor abarca mucho más que una idea romántica. Incluso odiar, no deja de ser otro modo de amar. El amor se ha de mantener en el tiempo, sea este corto o largo pero es la vida diaria cargada de emociones y sentimientos hasta el punto de no ser capaz de separarlo de los demás sucesos rutinarios.
El motivo por el que les pido que amplíen su horizonte conceptual es que lo creo necesario para poder explicarles como hacer de él una trilogía. Considero que el amor como tal se compone de tres  partes, igualmente importantes y que su combinación variando la medida de cada una podría ser lo que de sentido a la gran cantidad de relaciones distintas que existen. Les presento a los tres causantes:
-          Atracción
-          Necesidad
-          Complicidad
El orden no es relevante, si bien en la mayoría de los casos creo que siguen esta pauta.
La atracción es imprescindible, en este apartado se incluye tanto el deseo sexual como la admiración  mas intelectual.  Esta es la causante de que la gente confunda amor con simple atracción, ¿Quién no se ha sentido frustrado cuando creía que había conocido por fin a ese alguien especial , cuando le parecía una persona prometedora y se quedo en un ‘’no era para mí’’? las relaciones que solo se basan en atracción no llegan lejos y son superficiales . Al no haber necesidad ni complicidad no se profundiza en la relación y no suelen pasar del mes, lo justo para ver que a pesar de mantener una relación  la vida de ambos sigue siendo más individual que conjunta y se limita a una relación básicamente sexual o intelectual pero para nada plena. No obstante pienso que la atracción es lo que la gente conoce como ‘’chispa’’ el primer paso hacia una relación y la causante de que el/la mejor amigo/a que siempre te apoyo cuando te dejo tu novio/a no pase nunca de ser más que eso a pesar de todas las cualidades que pueda tener. A mi entender la atracción  es dicotómica, o la hay o no la hay.  Aparece sin previo aviso y puede desaparecer de igual manera pero no es algo que podamos controlar ni forzarnos a ello. Es el componente más instintivo o instintivo  de los 3.
La necesidad: hay quien la nota desde el primer momento, en el último instante que estas con la persona y sientes que se aleja, y hay quien la gana con el paso del tiempo al pasar mas tiempo juntos y crean una vida en común. La necesidad es justamente eso, necesidad por la otra persona, de estar con ella y la seguridad de tenerla contigo porque forma parte de tu rutina o de tu vida.  La necesidad es clave para una relación sana y debe de surgir por las dos partes. Sin embargo puede crecer demasiado, por ejemplo ante un amor no correspondido, y se volverá dependencia (entendida como una subordinación a un poder mayor). La necesidad no debería de llevar consigo ansiedad. Puedes sentir preocupación ante la idea de ruptura y  pérdida de tu pareja, pero si esta pasa a ponerte al borde de un ataque de ansiedad, te encuentras con que lo que tienes no es necesidad, sino dependencia por la otra persona. La ansiedad surge de la falta de seguridad, seguridad que has depositado en una persona que no eres tú, tu tranquilidad no depende de ti consecuentemente, puedes sentirte ansiosa por esta falta de control. Cuando te recomiendan que para querer a alguien debes de quererte a ti mismo/a no es una frase vacía. Necesitas tener la sensación de tener el control. Obviamente no puedes controla la vida de terceras personas pero eso no quiere decir que dejes la tuya a su merced. Debes de tener seguridad en tu autonomía, en que por ti mismo/a puedes seguir adelante. Solo puedes sentirte tranquilo/a si estás seguro porque solo tendrás ansiedad si algo escapa a tu control. Pensar que puedes seguir adelante sin tu pareja no significa que estés renegando de quererle, sino que lo puedes afirmar con más fuerza, ya que es amor independientemente de dependencia. Si se razona te das cuenta de que si dependes de alguien no lo quieres por el/ella mismo/a, sino porque lo has convertido en el único factor responsable de tu tranquilidad y eso no es amor, ni necesidad, es completa dependencia. Por poner una metáfora, como distinguir si es amor lo que sientes por la única persona que es capaz de proporcionarte alimento, solo lo sabrás en el momento que no dependas de ella, sino que al margen del alimento la veas solo a ella. Ha sido extenso pero trato de hacer llegar cada uno de mis pensamientos para dejar claro el océano de ideas que hay en mi cabeza e invitarles a reflexionar y que elaboren el suyo propio, extraigan de aquí lo que les interese, rechacen lo que no compartan y creen su propio caldo de cultivo de ideas. De vuelta al punto, una relación sana implica necesidad y no dependencia.  La real academia española incluye como definiciones de dependencia situación de una persona que no puede valerse por sí misma y  necesidad compulsiva  de alguna sustancia, como alcohol, tabaco o drogas, para experimentar sus efectos o calmar el malestar producido por su privación. Quien no ha oído comparar al amor con la peor de las drogas o la mejor de las medicinas, está comprobado que una persona enamorada libera más endorfinas. Así que entendiéndolo como una droga podemos escoger si tener una necesidad y asemejarlo a drogas blandas como irte de cañas, o bien entender el peligro de convertirlo en una droga dura y caer en una drogodependencia y convertirlo en  algo tremendamente nocivo. A  veces el daño físico no es peor que las secuelas psicológicas ya que estas son mas difíciles de curar cuando duelen que cualquier herida tangible.
El último componente es la complicidad. Esta se consigue conociendo a la otra persona, a mi entender es lo que recoge la frase ‘’hay química entre los dos’’ junto con la atracción. Se trata de elaborar una serie de asociaciones que comparten ellos exclusivamente y que son las causantes de que podamos ‘’leer la mirada’’ entender con la mínima expresión o gesto el significado oculto que conllevan. Creo que  es un ingenuo condicionamiento por parte de los implicados que se logra con el tiempo y casi sin querer. Podemos llegar a lograr complicidad con las personas más insospechadas, incluso aunque no te agraden. Las sonrisas cómplices esconden detrás significados ocultos dependiendo de con quien se comparta. La complicidad no es exclusiva de parejas, cualquier grupo de amigos  tiene complicidad, de hecho lo que hace que alguien se sienta excluido de un grupo es el no compartir esta serie de códigos, experiencias que ellos comparten y que estrechan las relaciones. Pero es imprescindible para una buena relación. Cuando dicen que tu pareja será tu mejor amigo no es tampoco una frase vacía.  La comlicidad es experiencia, la cual no deja de implicar  tiempo juntos.
 Muchos son los tópicos que he mencionado hasta el momento, pero si son tópicos es porque han perdurado y el motivo es que los percibimos a diario, son parte de nuestras vidas y sobreviven a las generaciones. Vivimos el amor igual que nuestros  mas viejos antepasados, cambia la manera de demostrarlo, las relaciones de pareja también difieren pero experimentamos los mismos sentimientos y los mismos deseos instintivos que ellos.
Ahora quiero que intenten entender una relación sin alguno de los tres componentes que les propongo y que sean conscientes de la importancia de cada uno de ellos.


martes, 12 de abril de 2011

‘’Ni ahora, ni siempre ni nunca’’

Parece mentira como la mayoría de nosotros cometemos el mismo error. Y no solo eso, sino que a pesar de saberlo seguimos haciéndolo una y otra vez.
Vivamos el presente. Vivir el ahora porque es lo único que hay, el mañana nunca llega y el pasado son meros recuerdos. El presentismo, vivir el momento sin preocuparse por el futuro. En parte muchas veces solo recurrimos  a él de forma cobarde cuando tememos las consecuencias que nos puedan acarrear nuestros actos.
Pero por ello no puedes vivir solo en el presente, el tiempo pasa, e igual que en la fábula de la cigarra y la hormiga, no podemos descuidarlo. Pues seremos irresponsables y pasaremos hambre mañana. Debemos cuidar cada paso de manera que optimizamos al máximo cada elección, cada cosa que hagamos para no cerrarnos ninguna puerta por un capricho tan infantil como es dejarse llevar por el momento. No debemos de dejarnos llevar por nuestras emociones, por algo tan primitivo, burdo, con una recompensa inmediata. De la cual os arrepentiremos cuando desaparezca y razonemos esa elección. Pero es que esta actitud no es menos cobarde que la primera. No vivir el presente por miedo a comprometer el futuro es absurdo. Se trata de vivir para y por algo que quizás nunca pase, o que cuando llegue no lo queramos, incluso que seamos nosotros quienes no lleguemos vivos a él. Si descuidamos esta parte cuando el futuro llegue no quedara nada vívido con lo que nos sintamos identificados como nuestro. Ya que siempre será una elección reprimida. Es por miedo a perder alguna otra cosa en el futuro por lo que perdemos de antemano la mitad de nuestro presente.
¿Qué debemos hacer entonces? ¿Vivir en el pasado? Al fin y al cabo lo único que quedara de nosotros son los recuerdos. Existimos como personas por los vínculos que creamos con otras y los recuerdos que estas tengan de nosotros es lo que somos. Ya que es lo que definimos como ‘’personalidad’’, esos patrones de conducta. No podemos borrar quien somos ni que hemos hecho. Cada una de esas partes es inamovible ya que ‘’lo hecho, hecho esta’’. Por ello debemos de tener cuidado con lo que elijamos. Para que no lleguemos al punto de sentirnos como si padeciéramos anosognoxia y no conocernos a nosotros mimos. O más que eso, no querer reconocer quiénes somos y hemos sido. Pues los recuerdos serán lo único que nos quede…
¡Mentira!
¿Con que actitud quedarse entonces? ¿Qué es más importante? El error no es equivocarnos al posicionarnos en a u otra, sino el mero hecho de hacerlo.
Es esa tendencia nuestra de extremizarlo todo, de no buscar el equilibrio de cada parte. ‘’ni ahora ni siempre ni nunca’’. Ni el pasado por si mismo puede determinar quiénes somos, ni la felicidad se encuentra a base de dejarse llevar por el momento, ni la preocupación por el futuro nos librará de sufrir el día de mañana. De igual modo que pare de nosotros si son los recuerdos que tenemos, la preocupación por el futuro nos dará cierta tranquilidad y felicidad de la misma manera que lo hará dejarnos llevar por las emociones en un momento dado.
Elegimos porque hay dos opciones de las que aventuramos resultados pero no son seguros al 100%. Hay millones de variables que pueden alterar el curso de lo que teníamos previsto. Por eso es elegir. Si supiéramos directamente qué nos va hacer felices solo habría esa única opción. Pero es por eso que elegimos, es por eso que nos arriesgamos a los caprichos del azar y por lo que todos y cada uno de nosotros nos equivocamos alguna vez.
No obstante es la misma oportunidad de elección la que nos da segundas oportunidades junto con la experiencia de lo ya vivido.
Equilibrio, escoger una actitud en cada momento no es ser una persona débil por no ‘’tener principios’’ sino el comportamiento más inteligente para encontrar la felicidad: viviendo cada momento y guardar buenos recuerdos para un futuro feliz.

domingo, 6 de febrero de 2011

...y volver a ser niños

…y volver a ser niños. Garabateando de manera que primero dibujemos y sea después , cuando veamos el resultado, cuando le demos nombre.
‘’Puede decir que va a dibujar una casa pero al final del proceso designa el resultado como un sol’’
¿Por qué?
‘’Porque no distinguen entre lo que es fácil de dibujar, lo que es menos fácil y lo que es imposible dibujar ya que no es tangible’’
¿No es un procedimiento válido? ¿No es realista? ¿No son metas fácilmente alcanzables adaptándonos a lo que dicte la sociedad, cumpliendo los requisitos que esta nos marca? ¿Como si solo sus normas fueran válidas  y asumiendo que la realidad no es otra más que la que ella nos permita?
No, no son realistas. No son objetivos ni son metas fácilmente alcanzables. Pero es así como se construyen los sueños. La imaginación de un niño que deja ver ingenuamente en cada dibujo sus más profundos pensamientos y sus deseos.
Pero son esas pocas personas que se atreven a imaginar y dejarse ser niños de nuevo a los que admiramos por sus sueños y metas irrealistas que tanto nos atraen cuando las consiguen. Pero que como cobardes el resto callamos y dejamos escondidas en lo más profundo de nosotros mismos.
Esos pocos locos que se atrevieron lo conseguirán. Y no por locos, por atrevidos ni por entusiastas. Sino porque simplemente el día en que se fijaron sus metas fueron niños que no entendían los límites de los mayores. Que simplemente soñaban con aquello que les hacia felices y lo persiguieron sin pensar en nada más. Mientras otros hacían en esos dibujos aquello que creían que se esperaba de ellos, sin volcar en ellos apenas ni un poco de su mundo interior.
Solo esos pocos que se atrevieron a dibujar sin miedo y sin reprimirse son aquellos que han conseguido sobresalir de esa rutina de nuestra sociedad en la que nadan sus habitantes. Como peces en un estanque que en realidad podría ser mar , por pensar que no eran realistas sus sueños. Cuando lo único que pasa es que a estos sueños, nadie los quiso lo suficiente para luchar por ellos.
Pero como siempre, el camino fácil, resignarnos, vivir una vida mediocre con respecto a nuestro verdaderas ambiciones y seguir buscando excusas y culpabilizar a cualquier otra cosa que no nos implique.
Solo son capaces de volar aquellos que no temieron caer, sino quedarse anclados en tierra

lunes, 17 de enero de 2011

¡café para llevar!

‘’A ver si quedamos para tomar un café…’’
¿Quién no ha sentido que con algunas personas ese café nunca llega…?
Después de breves encuentros y saludos cordiales donde el último mes se resume en dos breves minutos; parece que va perdiendo su significado y acaba siendo una coletilla, una parte más del protocolo, con el mismo valor que ‘’adiós’’ o ‘’ya nos veremos’’…
Las dos amigas llevaban tiempo sin poder quedar porque sus horarios no coincidían. Cada una por su parte se sentía extraña por aquella nueva situación. Antes los viernes ambas disfrutaban de un café juntas. Y a pesar de que no era un café cualquiera, sino un capuchino del lugar donde mejor preparaban el café de toda la ciudad, era mucho más que eso. Era risas, historias, era toda una semana contenida en una taza y endulzada con una buena amiga. Era el respiro, el momento de desconectar y al mismo tiempo conectar contigo misma, con esa parte que parece desaparecer en medio de la rutina y del estrés diario. A veces también era un café aguado porque al igual que la vida, el café también tiene ese gusto amargo. Era el calor de una mano amiga que te ayuda cuando estas saturada, era el abrazo amigo que te arropa como la espuma a su  capuchino. Hasta la pasta de té que siempre lo acompañaba significaba mucho más cuando cruzaba la mesa de un platillo al otro. Era confesiones, complicidad, entendimiento más allá de las palabras. Era una receta natural contra cualquier malestar. Era energía pura que activa cada parte de tu cuerpo y al mismo tiempo era sosiego, era un momento de calma en un paisaje ocre y terroso.  Era sumergirte en sus delicadas aguas amarronadas y dejarte llevar como si fueran olas, por la conversación. Totalmente a la deriva. A merced del rumbo que esta vaya tomando, siempre hacia horizontes insospechados.
Aquel café de lo viernes  sin duda alguna era mucho, mucho más. En aquella pequeña cafetería parecía haber una esquina con sus nombres. No siempre estaba disponible pero aun en aquellas ocasiones sabían que una parte de ellas estaba también en aquella mesa. El ambiente era tan cálido como lo que allí servían. No importaba que fuera invierno o verano, allí era siempre como imbuirte en un espacio completamente al margen del tiempo y de todo lo que ocurría en el resto de la ciudad. La sonrisa y la voz amable de la dependienta formaban una parte tan importante del lugar como el propio café. Aquel sitio no sería el mismo sin ella. Como una pequeña hada que te cuida desde donde no la puedes ver, las conocía mucho más de lo que ellas jamás sabrán. Aquel gesto de poner un azucarillo doble era casi tan reconfortante como el primer sorbo de cappuccino.
Pero la vida había cambiado tanto y tan rápido que ya no había espacio para ellas los viernes. Había una cerveza en un pub, o una cena con los amigos. Pero ya no había capuchinos recién hechos esperando por ellas.
Aquel día cargadas por la nostalgia habían quedado delante del café  en uno de aquellos pocos ratos que tenían libres. Habían quedado porque las dos tenían que hacer recados, pero como de costumbre, el tiempo se les había escapado y no les quedaba para hacer una parada y disfrutar de unos capuchinos. Así que ambas se miraron con decisión y   entraron en el café. Y cuando la dueña les preguntó que les ponía, ellas con una gran sonrisa dijeron a la par:
-          ¡Café para llevar!

domingo, 16 de enero de 2011

A veces sientes que algo no va bien…

(prólogo)
A veces sientes que algo no va bien…  aunque desconoces qué.  Los pensamientos te desbordan, no eres capaz de ordenarlos de manera lógica y tu cuerpo se agarrota. Empiezas a hacer algo pero enseguida recuerdas otra tarea pendiente y dejas la anterior, al final no consigues acabar ninguna y todo se va acumulando.  Podemos hacer las cosas de una en una, incluso de dos en dos pero no todas al mismo tiempo, es como si quisiéramos vaciar un rio con las manos, coges agua, pero el torrente sigue corriendo sin cesar. Son tantas las ideas que quieren atención que te marean, y tu estomago sufre las consecuencias. Parece que esta vacio y al mismo tiempo parece que lucha por salir como si no le llegara el espacio, y a ti lo que te parece es que no te llega el aire. Te falta algo, algo se escapa y no eres capaz de hacer que vuelva,  y enseguida culpas al tiempo. Parece que el tiempo va más rápido de lo normal y mientras, esas ideas siguen ahí mezclándose ahora con las sensaciones de mareo y angustia. Pero el tiempo sigue pasando de la misma manera, de hecho, es lo único que sigue igual. No ha cambiado. Lo que ha cambiado es tu capacidad para reaccionar. Son tus decisiones las que parece que no vayan a llegar nunca.
La sociedad en la que vivimos no determina, pero influye enormemente en que sintamos esta sensación de estrés o ansiedad. Siempre hay episodios en que las sensaciones y pensamientos parecen desbordarnos, pero tomarnos un momento de calma o no puede ser decisivo. No debemos de intentar abarcarlo todo de golpe, pues así no conseguimos atajarlo sino más bien retardar más la solución a cada uno. Primero tenemos que establecer criterios, criterios razonables y no impulsivos ya que tendemos a equivocarnos escogiendo el orden por la prisa en hacer las tareas. Por ello influye mucho el ambiente en el que estemos, inmersos en una sociedad en la que todo está concentrado en un espacio muy pequeño y donde el movimiento tanto de personas, como objetos e incluso (y muy importante) el gran tráfico de información, no nos ayuda precisamente en estas situaciones. Cuando el tiempo se acelera y tú te quedas paralizado, cuando dejas de ser dueño y señor para convertirte en un mero espectador, aparece entonces lo que más temíamos… el miedo ante la idea de perder el control. Si todo nuestro alrededor permanece en movimiento constante nuestra sensación de parálisis aumenta más y más y nos cuesta aún más encontrar el momento de calma para equilibrar un poco la mezcla.
No es lo mismo encontrarse en un lugar tranquilo donde no hay apenas movimiento que nos aporte sosiego y calma para pensar. Donde  nadie que nos apure ni nos meta prisa. Donde tengamos nosotros y solo nosotros el control. Como es imposible de conseguirlo literalmente lo mejor es ser prácticos y aprender a inhibir el resto.
Hasta aquí tenemos un poco más claro en qué situación estamos y como tener el control necesario para sobrellevarla. Pero se complica de nuevo si intentamos establecer la causa. Nos encanta echarle la culpa a algo, así que repasamos una inmensa lista de posibles responsables. Si después de hacerlo no encuentras ninguna deberías de replantearte que esta puede ser una de esas situaciones en las que ``a veces sientes que algo no va bien..’’ y que la causa de tu miedo sea nada más y nada menos no saber a que debes de tener miedo.
Si repasando la lista una y otra vez no encuentras nada fuera de lugar o que no tenga una solución simple por lógica aplastante, ese cumulo de sensaciones no tiene ningún fundamento. Aunque esto no quita que hayan llegado ahí y que haya que tomar una decisión de qué hacer con ellas. Nos acostumbran a ir consiguiendo cosas, la propia naturaleza del ser humano tiene el defecto de ser insaciable y querer siempre ``un poco más´´. Tenemos metas y muchas las hacemos, pero también muchas no las hemos marcado nosotros mismos. Así, aunque conseguimos cosas al contrario de lo que pensamos, no nos hacen felices. Porque si eres un exprimidor de naranjas lo que quieres es naranjas y no otra cosa como por ejemplo servilletas, lo único que nos hará sentir conseguir cosas inútiles es inútiles. Si, queremos controlarlo todo, incluso las cosas inútiles…gran defecto, pero ¿Por qué?
 Los niños tienen miedo de la oscuridad no porque no haya luz en si, sino porque dejan de ver y por lo tanto de saber qué es lo que hay en esa parte tan oscura. Y ya de adultos nos pasa lo mismo, hay momentos en los que nos centramos en una cosa, en un túnel y no sabemos lo que pasa fuera de ahí, queremos controlar el resto pero como no podemos centramos nuestro control en cosas más asequibles y si perdemos este en ellas, si ni sobre las cosas insignificantes somos capaces de mantener el control, nos desquiciamos.  Desconocer lo que va a pasar nos asusta, no poder controlar algo nos asusta y es lógico, pero no lo es si ni siquiera ha ocurrido. Ahí empieza la imaginación infantil a imponerse a la realidad... en la habitación sabes que no hay nada extraño aunque este la luz apagada pero ¿y si…?
Ahora tienes dos opciones.
Seguir paralizado intentando ignorar el miedo, que se trasforma en esa molesta sensación de ansiedad y que te impide valorar la situación e intentar tantear distintas decisiones a ver si aparece la acertada antes de que el tiempo se escape para ti…
..o bien calmarte, coger aire, ignorarlo todo por un minuto, y tomarte los siguientes 5 , 10 o los que sean necesarios para organizarte. Primero saber si esa sensación de tranquilidad es real o infundada ya que si hay una causa concreta solo tienes que solucionarla. Pero sino, enfrentarte a ese miedo y pasar del, el resto de sensaciones van minimizándose poco a poco solas. Así que ahora tienes toda la calma del mundo para valorar el batiburrillo de ideas que luchan por captar tu atención y tomar por fin y con calma la decisión correcta para zanjar el asunto y poder seguir teniendo el control, no del tiempo ni de lo que desconoces pero si por lo menos de todo lo que ronde por tu cabeza y que quiera hacerte pasar un mal rato.

... aprender a olvidar lo que creías saber puede ser un buen comienzo


-          Creía estar tan seguro de lo que quería y derrepente todo son dudas…
-          Es normal, una etapa nueva siempre conlleva cambios y todos tenemos miedo a lo desconocido. De hecho, me siento como un niño pequeño, estoy asustado pero también impaciente.
-          Pero tú no dudas.
-          No.
-          ¿Por qué soy tan débil entonces? Pensé que estaba preparado... Tantos años planeándolo...
-          No eres débil
-          Sí que lo soy, además un inmaduro... Verás, toda mi vida la he pasado planeando este momento, atando cabos y ahora por fin conseguí todas las metas que me marqué entonces.
-          Entiendo... y sin embargo no te sientes bien, o al menos, no tan feliz como pensabas.
-          Si, no me siento para nada una persona feliz... Ahora más que nunca siento que he perdido el tiempo y que me quedan tantas... ¡tantas cosas por hacer!
-          Ahí está el problema
-          Lo sé... Me equivoque desde el principio, debí de haber tomado otro camino, no me ha llevado donde quería.
-          No, no te equivocaste.
-          ¿Qué?
-          EL problema no es que tomases la dirección equivocada, es que no has disfrutado del viaje, al principio cogiendo previsiones, y al final pensando en que habría al final…
La vida basada en un currículum, cumpliendo metas que marcas porque crees que te harán feliz no es una vida feliz...Cuando las cumplas te quedarás sin objetivos y te sentirás perdido...  La vida es puro movimiento, puedes planear un día con suerte… pero con más de dos da por sentado que surgirán imprevistos, y siempre son los que al final te hacen sentir bien al alejarte de la monotonía.
-          Tienes razón, toda mi vida pensé que debía hacer esto o aquello porque era lo que se suponía que me haría feliz... ¡Cuántas cosas me quedan por hacer y yo solo me dediqué a lo mío!
-          Estas cayendo precisamente en el mismo error... No se trata de que metas cumplas, o que metas te marques. Si cuidas demasiado el futuro y no descuidas el pasado te perderás… Quedas entre lo que nunca será y lo que ya nunca volverá a pasar... Es difícil de explicar con palabras... Así que experiméntalo tú mismo... Sal a pasear por tu camino habitual, otro día hazlo según lo que hacen otros, que tanta envidia te dan… Otro día sal sin rumbo fijo y sin permitirte mirar al suelo… Entonces entenderás a que me refiero...